lunes, 30 de noviembre de 2009

EL EXTRAÑO CASO DE LA SIRENITA


El artículo crítico, que he elegido está escrito por Antonio Rodríguez Almodóvar. Este autor utiliza este artículo para realizar una reflexión sobre la creación de cuentos tradicionales y las modificaciones que sufren los cuentos.

En particular, el artículo habla sobre el cuento “La Sirenita” de Andersen. En este caso concreto del cuento “La Sirenita” que todo el mundo conoce, es un cuento que ha sido modificado para transmitir a los lectores o usuarios un final feliz.

El escritor del cuento “La Sirenita”, en su creación, mezcló a la hora de escribirlo folclore con religión hasta extremos narrativos ineficaces. Y sobre todo transformó la acción de lo maravilloso, que en los cuentos orales desemboca en un amor logrado y feliz, en elementos cristianos-sobrenaturales, que obliga a sufrir para alcanzar la salvación eterna.

Andersen, para realizar el cuento de “La Sirenita” mezcló cuentos que se caracterizaban por poseer rica tradición oral europea. Los cuentos utilizados por el escritor fueron:
- Blancaflor.
- La hija del diablo.
- El príncipe encantado.
- La princesa muda.

En el siguiente párrafo, he realizado un resumen sobre el cuento de “La Sirenita” escrito por Andersen, para que se vean con más claridad las modificaciones que ha sufrido el cuento por parte de Walt Disney.

El cuento narra la aventura emancipadora y amorosa de la sexta y más pequeña hija del rey del mar, un monarca viudo que es dominado por su madre, en realidad la verdadera reina. En una excursión a la superficie, la Sirenita se enamora de un bello príncipe. Por causa de una tormenta, este naufraga y es salvado por ella, que lo besa, pero sin lograr revivirlo. Las olas los conducen a un lejana playa, donde la Sirenita debe abandonar a su amor, por no ser humana. El príncipe es entonces socorrido por una muchacha, que sí logra reanimarlo. Él cree que es su salvadora y se enamora de ella. La Sirenita, deseosa de estar con él, pacta con una bruja, también marina, el modo en que puede adquirir dos piernas y, si logra que el príncipe la ame, conseguir también un alma inmortal, de la que carecen las sirenas. La bruja le otorga un objeto mágico, consistente en un bebedizo -en realidad sangre de su propio pecho- con el que la Sirenita emprende su aventura humanizante, abandonando definitivamente al padre, abuela y hermanas. A cambio de la ayuda recibida, ha de perder su hermosa voz. Cuando el príncipe la conoce, ya es una muchacha muda -que también sangra por los pies al andar- pese a lo cual traba una muy estrecha amistad con ella. (En realidad cohabitan en una excursión al bosque, aunque sólo se insinúe). Él, sin embargo, continúa enamorado de la que cree fue su salvadora, que, casualmente, es la princesa que sus padres le tienen destinada para casarse. En efecto, es con esta con quien contrae matrimonio, obispo de por medio. La Sirenita duda si matar a la novia usurpadora con un cuchillo que le ha entregado la bruja. Al final, no lo hace, sino que arroja el cuchillo al mar. Como no ha logrado el amor del príncipe, tampoco alcanza un alma inmortal. Pero en recompensa por sus sufrimientos es convertida por Dios en «hija del aire», un vago ser intermedio que sí puede conseguir ese alma, pero sólo si continúa haciendo buenas obras y sufriendo, esto particularmente, cada vez que llore por causa de los niños malos y desobedientes.
Para llegar a un relato de tan alta sofisticación, Andersen aplicó, desde luego sin saberlo, la fórmula kantiana que esbozábamos el mes pasado, según la cual, cuanto más se aleja el artista de alumbrar lo sublime, por contraste y cercanía con lo bello, más necesita mezclar los ingredientes menos valiosos del arte, a saber, el sentimentalismo -la pena- y la imaginación desbordada, o aleatoria. Y lo hizo apurando su propia fórmula de escritor romántico conservador: mezclando el folclore con la religión hasta extremos narrativamente ineficaces. Pero sobre todo transformando la acción de lo maravilloso, que en los cuentos orales desemboca en un amor logrado y feliz -experiencia plena de la condición humana-, en elemento cristiano-sobrenatural, que minusvalora el amor humano y obliga a sufrir para alcanzar la salvación eterna.

Como se puede observar, ahora se entienden y se ven mucho mejor las modificaciones que Walt Disney realzó sobre este cuento tradicional. Estas adaptaciones las creó para que el cuento tuviera las reglas del cuento maravilloso con final feliz.

Finalmente, solo me queda decir, que mediante este artículo crítico mucha gente puede llegar a conocer el cuento de “La Sirenita” creado por Andersen, que cuando lo escribió rehuyó todas las reglas del cuento maravilloso y las diferencias que tiene con el que la gran mayoría de la gente conoce.

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